¿Tirantes o cinturón?

TIRANTES
Ya hemos hecho referencia a su nacimiento a principios del siglo XIX. El nuevo traje masculino de clara influencia inglesa y que buscaba la practicidad y la sobriedad que exigía la pujante burguesía buscaba un elemento como éste para sujetar los nuevos pantalones. Durante 100 años fueron los reyes de la indumentaria masculina. ¿Pero qué beneficios tienen?

Malala Vega, fundadora de Anglomanía, es muy directa en este sentido: “Mantienen el pantalón en su sitio y evita, por ejemplo en el chaqué, que se mueva y se vea por debajo del chaleco. Además, en los hombres gruesos, no se crean las bolsas en el delantero que genera el cinturón”.

Borja Martín, sastre de la firma Scalpers, lo resume así: “Hacen que los pantalones sienten mejor, consiguen que la caja se asiente más y que la raya caiga perfecta”.

Podrás encontrarlos en dos versiones (aunque muchos vienen con las dos incorporadas): de pinzas y con latiguillo. La primera la podrás emplear con prácticamente cualquier pantalón mientras que el latiguillo exige unos botones interiores donde sujetarlos. Y si los tirantes nunca se llevan a la vez con un cinturón, lo mismo sucede con las pinzas y los latiguillos porque aunque nos cueste creerlo “hay gente que lleva las dos opciones a la vez”, nos confiesa Martín.

Son sobre todo muy recomendables para llevar con pantalón de traje ya que respetan más la anatomía de la propia prenda. El truco para saber cómo hacerlo es sencillo: “Debes regular el tirante para que te sujete el pantalón en la cadera, pero que no te tire porque en ese caso acabarás el día con dolor de espalda”, asegura el sastre de Scalpers.

Sobre la etiqueta, en la actualidad está permitido mostrarlos si bien es cierto que todavía conservan cierto halo de prenda interior, de ahí que muchas veces nos resulte chocante. De hecho, esta fue una de las causas de su descenso de popularidad a partir de los años 20 del siglo pasado: al dejar de emplearse el chaleco los tirantes se veían más y no era correcto mostrar esta ‘pieza de idumentaria interior’. Sea como fuere, no se puede negar la elegancia que aportan unos tirantes: “El cinturón quita formalidad al traje”, concluye Malala que, además, no deja escapar un pequeño detalle, los ceñidores, una pieza que ayuda a lo tirantes y evita tener que decantarnos por el ‘cinto’.

CINTURÓN
Es complicado explicar algo del cinturón a un hombre cuando es una prenda que emplea a diario pero, si bien es cierto que todos estamos más que familiarizados con él, nunca está demás dar algunas notas de estilo.

Es una pieza que nos ha acompañado prácticamente toda la vida pero es sobre todo a partir de la I Guerra Mundial, cuando comienza a cambiar de manera radical la ropa masculina y, además, ésta se ve más influenciada por la indumentaria militar, cuando se hacen más populares. Coincide esto con la tendencia a una línea más baja del pantalón, lo que convierte al cinturón en la pieza ideal para sujetarlos. Sin ir más lejos, en 1938 la revista Life publicaba un artículo donde afirmaba que el 60% de los hombres ya llevaban cinturón.

El gran problema de este accesorio es que marca más las arrugas al oprimir la cintura. Por eso se recomiende más para la ropa sport. Además, te puedes apuntar un truco de estilismo: funciona mejor que los tirantes al dividir el cuerpo en dos mitades, de esta forma si somos pequeños podemos dar una sensación de cuerpo más largo jugando con el lugar donde lo pongamos.

Pese a distintas modas y tribus urbanas, el lugar más adecuado para llevarlo será la cintura (muy similar a los tirantes) y siempre sin oprimirla, ya que eso generaría las temidas arrugas.

¿Y las hebillas? Son la parte más creativa del cinturón (las fabricadas durante el Art Nouveau son piezas de coleccionista) pero hay que tener cuidado. Con traje deberían ser lo más discretas posibles y si bien es cierto en de sport siempre podremos ser más creativos, nunca deberíamos pasarnos, en serio.

Y recuerda: los tirantes y los cinturones sirven para lo mismo, pero nunca se ven las caras, nunca los lleves a la vez. Por si acaso.

TIRANTES Ya hemos hecho referencia a su nacimiento a principios del siglo XIX. El nuevo traje masculino de clara influencia inglesa y que buscaba la practicidad y la sobriedad que exigía la pujante burguesía buscaba un elemento como éste para sujetar los nuevos pantalones. Durante 100 años fueron los reyes de la indumentaria masculina. ¿Pero qué beneficios tienen? Malala Vega, fundadora de Anglomanía, es muy directa en este sentido: “Mantienen el pantalón en su sitio y evita, por ejemplo en el chaqué, que se mueva y se vea por debajo del chaleco. Además, en los hombres gruesos, no se crean las bolsas en el delantero que genera el cinturón”. Borja Martín, sastre de la firma Scalpers, lo resume así: “Hacen que los pantalones sienten mejor, consiguen que la caja se asiente más y que la raya caiga perfecta”. Podrás encontrarlos en dos versiones (aunque muchos vienen con las dos incorporadas): de pinzas y con latiguillo. La primera la podrás emplear con prácticamente cualquier pantalón mientras que el latiguillo exige unos botones interiores donde sujetarlos. Y si los tirantes nunca se llevan a la vez con un cinturón, lo mismo sucede con las pinzas y los latiguillos porque aunque nos cueste creerlo “hay gente que lleva las dos opciones a la vez”, nos confiesa Martín. Son sobre todo muy recomendables para llevar con pantalón de traje ya que respetan más la anatomía de la propia prenda. El truco para saber cómo hacerlo es sencillo: “Debes regular el tirante para que te sujete el pantalón en la cadera, pero que no te tire porque en ese caso acabarás el día con dolor de espalda”, asegura el sastre de Scalpers. Sobre la etiqueta, en la actualidad está permitido mostrarlos si bien es cierto que todavía conservan cierto halo de prenda interior, de ahí que muchas veces nos resulte chocante. De hecho, esta fue una de las causas de su descenso de popularidad a partir de los años 20 del siglo pasado: al dejar de emplearse el chaleco los tirantes se veían más y no era correcto mostrar esta ‘pieza de idumentaria interior’. Sea como fuere, no se puede negar la elegancia que aportan unos tirantes: “El cinturón quita formalidad al traje”, concluye Malala que, además, no deja escapar un pequeño detalle, los ceñidores, una pieza que ayuda a lo tirantes y evita tener que decantarnos por el ‘cinto’. CINTURÓN Es complicado explicar algo del cinturón a un hombre cuando es una prenda que emplea a diario pero, si bien es cierto que todos estamos más que familiarizados con él, nunca está demás dar algunas notas de estilo. Es una pieza que nos ha acompañado prácticamente toda la vida pero es sobre todo a partir de la I Guerra Mundial, cuando comienza a cambiar de manera radical la ropa masculina y, además, ésta se ve más influenciada por la indumentaria militar, cuando se hacen más populares. Coincide esto con la tendencia a una línea más baja del pantalón, lo que convierte al cinturón en la pieza ideal para sujetarlos. Sin ir más lejos, en 1938 la revista Life publicaba un artículo donde afirmaba que el 60% de los hombres ya llevaban cinturón. El gran problema de este accesorio es que marca más las arrugas al oprimir la cintura. Por eso se recomiende más para la ropa sport. Además, te puedes apuntar un truco de estilismo: funciona mejor que los tirantes al dividir el cuerpo en dos mitades, de esta forma si somos pequeños podemos dar una sensación de cuerpo más largo jugando con el lugar donde lo pongamos. Pese a distintas modas y tribus urbanas, el lugar más adecuado para llevarlo será la cintura (muy similar a los tirantes) y siempre sin oprimirla, ya que eso generaría las temidas arrugas. ¿Y las hebillas? Son la parte más creativa del cinturón (las fabricadas durante el Art Nouveau son piezas de coleccionista) pero hay que tener cuidado. Con traje deberían ser lo más discretas posibles y si bien es cierto en de sport siempre podremos ser más creativos, nunca deberíamos pasarnos, en serio. Y recuerda: los tirantes y los cinturones sirven para lo mismo, pero nunca se ven las caras, nunca los lleves a la vez. Por si acaso.